Para tratar los transtornos de conducta alimentaria es necesario un programa multidisciplinario

Aún cuando los síntomas no sean evidentes, una detección oportuna puede evitar el riesgo de desarrollar un TCA.

Tenemos un programa personalizado y flexible de acuerdo a las necesidades de cada paciente. Si quieres conocer más de nuestros programas:

Programa Full Libra

Programa

MÓDULOS MESES PROGRAMA GRUPAL
Enfoque Cognitivo Conductual
ABORDAJE DE ESPECIALISTAS
Módulo 1 Mes 1 Conciencia y aceptación de enfermedad Motivación para la recuperación PSICOTERAPIA
INDIVIDUAL
ABORDAJE FAMILIAR
Psicoterapia de Familia
Soporte Multifamiliar
CONSULTAS MÉDICAS
Psiquiatría Nutrición
Medicina General
Mes 2
Mes 3
Módulo 2 Mes 4 Reinserción de conducta alimentaria y autoestima
Mes 5
Mes 6
Módulo 3 Mes 7
Mes 8
Mes 9
Módulo 4 Mes 10 Prevención de recaídas y situaciones de riesgo
Mes 11
Mes 12

Programa

MÓDULOS MESES PROGRAMA GRUPAL
Enfoque Cognitivo Conductual
ABORDAJE DE ESPECIALISTAS
Módulo 1 Mes 1 Conciencia y aceptación de enfermedad Motivación para la recuperación PSICOTERAPIA
INDIVIDUAL
ABORDAJE FAMILIAR
Psicoterapia de Familia
Soporte Multifamiliar
CONSULTAS MÉDICAS
Psiquiatría Nutrición
Medicina General
Mes 2
Mes 3
Módulo 2 Mes 4 Reinserción de conducta alimentaria y autoestima
Mes 5
Mes 6
Módulo 3 Mes 7
Mes 8
Mes 9
Módulo 4 Mes 10 Prevención de recaídas y situaciones de riesgo
Mes 11
Mes 12

El éxito del tratamiento involucra a la familia y entorno cercano.

Es importantísimo que la familia apoye a la persona afectada y se implique en su tratamiento, siguiendo las pautas e indicaciones del profesional referente.

Recomendaciones

  • Recibir información sobre los TCA.
  • Conocer los protocolos básicos para el día a día
  • Participar en grupos de apoyo y acompañamiento a familiares.
  • Leer bibliografía especializada .
  • Recibir ayuda psicológica para gestionar las emociones
  • Ser capaz de brindar cariño y contención a la persona enferma
  •  

Mantener la dinámica familiar 

Es habitual que, como padres y madres, centremos toda nuestra energía a conseguir que nuestro hijo enfermo se recupere, y que lo haga cuanto antes. Es habitual no prestar tanta atención como solíamos al resto de miembros de la familia, como a los otros hijos o la pareja, y que abandonemos las actividades que realizábamos habitualmente y que formaban parte de nuestro ocio como, por ejemplo, viajar, ir al cine, leer, hacer deporte… Pero, aunque esta actitud es natural y comprensible, no es útil para ayudar a alguien que tiene un TCA. Centrarnos únicamente y exclusivamente en el trastorno de la conducta alimentaria, sin poner límites, solo hace que el trastorno gane terreno en casa, consuma a toda la familia poco a poco y dificulte la recuperación de la persona afectada. Es preferible mantener, en la medida de lo posible, la dinámica personal y familiar que hemos llevado a cabo habitualmente, siempre teniendo en cuenta las pautas y recomendaciones del equipo terapéutico. Ser capaces de realizar actividades de ocio, y disfrutarlas, nos permite mantenernos firmes y estables para gestionar la situación que tenemos en casa.

 

Alejarnos de la culpa

Cuando una persona tiene un TCA es habitual que los padres y madres se sientan culpables del trastorno y piensen que se ha desarrollado por haber hecho algo mal. Estos pensamientos de culpa son irracionales porque nadie tiene la culpa. El origen de un TCA es siempre multifactorial y existen factores que no podemos controlar como, por ejemplo, una predisposición genética. Debemos tener en cuenta, además, que cada caso es diferente y cada persona un mundo, de modo que no todos los casos de personas afectadas por un TCA han evolucionado igual. En cualquier caso, deberemos recordar que nadie tiene la culpa de un TCA y que es importante superar este sentimiento con el fin de poder ayudar a la persona afectada como lo necesita.

 

Involucrar a los miembros de la familia

El TCA es un trastorno que afecta a toda la familia por su complejidad y gravedad. Los tratamientos más exitosos son los que incluyen a todo el núcleo familiar. Es preferible que los hermanos conozcan la situación. Es útil poder explicarles qué es el trastorno de la conducta alimentaria y anticiparles, en la medida de lo posible, los cambios que pueden surgir a raíz de esta situación. Estas explicaciones deberán estar siempre adaptadas a la edad y a la capacidad de comprensión. Esconder lo que está pasando no es recomendable, se deberá establecer una buena comunicación en el entorno familiar, puesto que esta fomenta el buen desarrollo emocional. Dependiendo de la edad, el papel de los hermanos ante la enfermedad puede variar. Si son mayores pueden ser partícipes del apoyo y el acompañamiento familiar, pero sin ser responsables de la recuperación de la persona enferma. Es importante que, aunque a veces pueden ser de gran ayuda, no se sientan presionados ni asuman responsabilidades que no les corresponden.

APOYO FAMILIAR

Herramientas para la familia y personas de apoyo

¿Qué hacer ante el trastorno de la conducta alimentaria en casa?

  • Aprender a gestionar las emociones derivadas de esta situación tan estresante y mantener la calma y serenidad. Esto es lo que necesita la persona afectada para sentirse bien acompañada para su recuperación.
  • Ser comprensivos con la persona afectada pero firmes con el trastorno.
  • Recordar que es un trastorno de base emocional y complejo, que va mucho más allá de la comida y el peso.
  • Confiar en que la persona afectada tiene la capacidad para salir adelante y ayudarla a “encontrar” dicha capacidad.
  • Confiar en el equipo de profesionales y preguntarles todas nuestras dudas.
  • Mantener la dinámica personal y familiar habituales, en la medida de lo posible, y teniendo en cuenta siempre las pautas y recomendaciones del equipo terapéutico.
  • Atender al resto de miembros de la familia: otros hijos, la pareja, padres, etc.
  • Llevar a cabo actividades de ocio que nos ayuden a desconectar de la situación y descansar (“tiempo de respiro”) como pueden ser el deporte, la lectura, salir con otras personas… Cada persona tiene sus preferencias.
  • Recibir información sobre los TCA por parte de especialistas y/o asociaciones de familiares y afectados. Evitar realizar múltiples búsquedas en Internet en páginas de dudosa fiabilidad.
  • Recibir apoyo y acompañamiento por parte de asociaciones de familiares. Estar en contacto con otras personas que están pasando por una situación similar, con el apoyo de expertos, nos ayudará durante todo el proceso.
  • Hablar con la persona afectada sobre cómo se siente y sobre los planes de futuro que le resultan motivadores. El mejor modo de luchar contra el trastorno de la conducta alimentaria es encontrar una motivación superior.

¿Qué no hacer ante el trastorno de la conducta alimentaria?

  • Permitir que emociones como la culpa o la rabia nos invadan y lideren nuestro comportamiento y el estado de ánimo general.
  • Culparnos por el trastorno de la conducta alimentaria. Nadie tiene la culpa de un TCA y, aunque puedan existir factores familiares que hayan influido en él, debemos tener en cuenta que por ellos mismos estos factores no tienen tanta fuerza como para provocar el TCA. El origen del trastorno es siempre debido a varias causas.
  • Culpar a la persona afectada. Nadie tiene la culpa de un TCA, ni siquiera la persona afectada. Lo que necesita la persona afectada es comprensión y apoyo y que empatizamos con ella. Culparla solo agrava el problema. • Cuestionar las pautas y recomendaciones del equipo terapéutico y no llevarlas a cabo tal como indican.
  • Hablar con la persona afectada sobre la comida, peso, talla, etc. Estas conversaciones pueden, muy fácilmente, acabar en un enfrentamiento o en un “bucle” interminable para intentar tranquilizar a la persona. 
  • Intentar razonar con la persona afectada para “abrirle los ojos” a través de la lógica y el sentido común. Recuerde que es un tras- torno de base emocional y los razonamientos lógicos son poco útiles. Es preferible hablar con ella desde una vertiente emocional.
  • Llevar a cabo conductas controladoras y sobreprotectoras. Estos comportamientos solo consiguen que la persona afectada se sienta excesivamente presionada y tenga la percepción de que no confía en su capacidad para salir adelante e incluso que la hagamos más dependiente y potenciemos su baja autoestima. 
  • Dejar el trabajo sin que un profesional nos lo haya recomendado, abandonar actividades de ocio, no prestar tanta atención a otros miembros de la familia… Lejos de favorecer su recuperación es posible que ello sea contraproducente.

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